miércoles, 5 de octubre de 2011

Educación de por vida y formación permanente de profesores.

  El concepto de la educación permanente de adultos parece haberse puesto de moda en los últimos años. Y, ciertamente, como concepto es lógico, natural y muy loable. El problema es que la puesta en práctica no es siempre fácil y a veces los mismos que abogamos por esta extensión del aprendizaje en el tiempo, somos los que ponemos y nos ponemos trabas.
  En realidad no hemos inventado nada nuevo. Enrique VIII tenía muchos defectos, pero su amor por las artes y el estudio nunca se extinguió. Al menos en ese respecto era constante.
  Samuel Hamilton, el granjero irlandés de Al Este del Edén, inspirado en la familia de Steinbeck, era un hombre increíblemente culto y no dejó de cuestionarse todo lo que le rodeaba hasta su muerte.
  Pero bueno, hemos avanzado, le hemos puesto nombre a la educación de adultos, hemos escrito una normativa a nivel nacional y nos hemos hasta cierto punto sincronizado con Europa. Yo me incluyo, porque a fin de cuentas, soy profesora.
  Lo que me preocupa es que aunque la teoría es muy bonita, la burocracia a la que cantó Larra, nos pone a menudo tantas trabas que nos cuestionamos si de verdad alguien en las altas esferas se cree esta idea tan bonita que nos venden.
  Tengo 80 CATS que he intentado computar para mis sexenios y parece ser que el sello de la Universidad de Oxford no es suficientemente convincente porque no está puesto de manera manual y lo puedo haber falsificado. Ya sé que hay que defender lo nacional y que los cursos del CRIF de las Acacias son muy buenos ¿Pero no se supone que tendemos a una Europa unida?
   Yo también soy culpable. Confieso que a principio de curso, pero quizá más en el pasado, miraba con cierto recelo a los alumnos que pasaban de los cincuenta. Como yo me acerco a está edad, estoy aprendiendo. Además he tenido alumnos jubilados y tengo una amiga también jubilada que son un ejemplo y callarían la boca a cualquiera con su sabiduría.
  Todo esto ha venido a raiz de ver un poster de la nueva película de Tom Hanks. Me dice mi marido que tiene malas críticas. Me da igual, he visto el trailer y creo que merece la pena. Por lo menos para los que estamos obsesionados con el tema de la educación y las relaciones personales.

  Las horas que muchos de nosotros pasamos formándonos y aprendiendo, deberían añadirse a ese cómputo de 20 que la Sra. Aguirre hizo de manera muy alegre. Pero no voy a repetir lo repetido ya hasta el aburrimiento. Si en algo me identifico con ella es en mi capacidad de meter la pata con soltura y con la mejor intención, cada cinco minutos. Más o menos.
   

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