sábado, 8 de octubre de 2011

Luchar pero sin caer en el pesimismo.

  En los tiempos que corren es fácil caer en la desesperanza. Todos hemos hecho comentarios alguna vez del tipo esto es un desastre, dónde va el mundo, cada día están peor las cosas, y a menudo sólo para romper el hielo. O a raíz de un contratiempo sin importancia.
  Ayer fui al banco y la directora se empeñó en que tenía que dejar todo fuera. En vez de ser razonable y 'obediente' - mira que odio la palabrita- cuestioné su autoridad porque no me apetecía separarme de mi Kindle. Y volví a perder los papeles. Algunos de los otros clientes me daban la razón. Por no decir todos. Bueno, sólo había dos más.  Dijimos que hoy en día nos hacemos la vida cada vez más difícil los unos a los otros. Y así van las cosas. La verdad es que una de las razones por las que salté es que mi madre, que es mayor y tiene problemas de memoria, ha tenido que dejar de  ir a ese banco, donde la conocen de toda la vida, porque se ponía nerviosa con el exceso de celo de la nueva directora. Yo entiendo que hay normas, pero creo que a veces no las podemos saltar, no porque si, sino a favor de unos valores que yo considero más importantes.
  Bueno, esto es un blog de educación y me estoy yendo, como siempre, por las ramas. Lo que quería decir cuando empecé a escribir esta entrada es que a pesar de la crisis económica y los recortes en educación y sanidad, tenemos que esforzarnos en mantener un punto de mira amplio y no sólo culpar a los de arriba. Ellos tienen su culpa y nosotros la nuestra.
  La directora y uno de los empleados del banco me decían ayer que era un reglamento impuesto por la Policía Nacional. Cierto, no lo cuestiono. Hay que ser cuidadoso, hay que protegerse y proteger a los que están a nuestro cargo. Pero a veces, bordear un poco esas normas es más humano y nos ayuda a todos a sentirnos mejor y ser mejores. Por supuesto cuesta más trabajo. Y supone ponernos en el punto de mira, o ganar la desaprobación de nuestros superiores...
  En otro banco al que suelo ir, tienen las mismas reglas, pero si te ven con el cochecito del bebé o simplemente con cara de que no vas a dejar el bolso, un empleado se levanta y te abre la puerta manualmente.
  Volviendo al tema inicial. Estamos teniendo un principio de curso de los peores que recuerdo en mis  casi veinte años de profesora de EOI, y eso que he tenido unas cuantas aventuras en Castilla la Mancha dignas de otro articulillo, por no decir de una novela. Pero no debemos pensar que todo es malo. El mundo se sigue moviendo hacia adelante.
  Carmen, una antigua alumna, me ha mandado un video sobre el premio Nobel de la Paz de este año. Va a ser compartido entre tres mujeres, dos africanas y una árabe. Mujeres que se dejan la piel todos los días por sacar adelante países derrotados por los enfrentamientos, las ideas reaccionarias y el desánimo.
  Son estas mujeres y muchas como ellas (hombres también, por supuesto) que educan y forman las mentes de nuestra juventud.
  Hay esperanza. Y nuestra responsabilidad como educadores es difundirla y afianzarla.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por compartirlo.
    Por cierto, hace muchos años que en los bancos y cajas que frecuento, si te conocen te abren la puerta amable y rápidamente sin que tengas que desprenderte de tus cosas. Se ve que los tuyos son muy celosos del cumplimiento de la norma.
    Ya sabes eso de ¿conoces a Pedrillo?.... Dale un carguillo....
    En todos los trabajos hay "fundamentalistas con o sin carguillo" de las normas absurdas. Los sufro a diario.
    Carmen

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  2. No lo había oído nunca, Carmen. Pero es muy bueno. Hoy me ha dicho un conocido que su jefe dice que la mitad de los españoles existe para hacerle la vida imposible a la otra mitad... ;)

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